A lo largo de la historia cuatro legionarios han estado relacionados con el secuestro o intento de secuestro de dos aviones en territorio español, aparentemente con el objetivo de desertar.
LQT Defensa | Con el secuestro de un avión de EgyptAir esta semana, por parte de un ciudadano egipcio que queria entregar una carta a su ex mujer en Chipre, han vuelto a la actualidad este tipo de incidentes normalmente asociados al terrorismo, aunque no siempre sigan esta motivación.
Eran otros tiempos cuando ocurrió el primero de los 'secuestros legionarios'. Corria el año 1979, y en la Isla de Fuerteventura 5.000 legionarios del 'Tercio don Juan de Austria' causaban estragos en la vida diaria de la población. Tantas fueron las quejas que hasta las autoridades locales pidieron la disolución del cuerpo para acabar con la situación de inseguridad generada desde el traslado del Tercio al archipiélago tras la perdida del Sáhara español en 1975. Con los años esta situación fue mejorando hasta dejar de ser noticia.
Pero durante los años de adaptación a su nuevo rol, una Legión con muchos soldados extranjeros, algunos de dudoso pasado, protagonizó un incidente digno de película. El secuestro de un avión de Iberia que comenzó en Fuerteventura y acabó en Suiza 18 horas más tarde sin que hubiera que lamentar daños personales. Tal y como relataba el diario El País de la época:
Cuando el DC-9, en vuelo regular de Iberia de Las Palmas a la isla de Fuerteventura, tomaba pista en el aeropuerto de El Matorral, en la tarde del pasado domingo, los noventa pasajeros que transportaba estaban lejos de pensar en un secuestro. El aparato tomó tierra con normalidad y en el mismo momento en que faltaban por desembarcar seis pasajeros, tres soldados legionarios -dos franceses y un chileno- irrumpieron armados de metralletas en el aparato. «Que no se baje nadie más; esto es un secuestro», oyó decir uno de los pasajeros que logró escapar en medio del gran revuelo que se produjo en el pequeño aeropuerto majorero.
Jean-François Lyschik, Noel Eduard Seijen y Sergio Muñoz Carvajal -de veinticinco, veintinueve y veintidós años, respectivamente- llegaron con gran facilidad hasta el pie del DC-9 en un jeep militar del que se habían apoderado momentos antes, después de deshacerse de sus ocupantes -excepto el conductor-, todos ellos pertenecientes a una patrulla de la Policía Militar del tercio de la Legión Don Juan de Austria. Mientras los pasajeros descendían, el comando se acercó a una de las escalerillas y obligó a volver de nuevo al interior a los que bajaban.
La prensa de la época publicó la información en portada.
Minutos después de producirse el asalto se personó en el aeropuerto el coronel del Tercio Pedro González del Yerro, acompañado del teniente coronel Aznar. Según hemos podido saber, el coronel González del Yerro mantuvo con los secuestradores un corto diálogo por radio desde la torre de control, ofreciéndose como rehén a cambio de todos los pasajeros. Al parecer, éstos se negaron a aceptar cualquier proposición.
Posteriormente intervino el teniente coronel Aznar, el cual conocía perfectamente a los tres secuestradores, quienes, según declaró, tenían un expediente de intachable conducta en el Tercio. El señor Aznar volvió a entablar conversación por radio con los tres legionarios, insistiéndoles en que no hicieran tonterías y que depusieran su actitud. Al preguntarles el militar por los motivos que les habían llevado a cometer el secuestro, señalaron que lo hacían «para demostrar que la Legión no sirve para nada, así como tampoco los sistemas de seguridad del Tercio».
De nuevo, el señor González del Yerro volvió a insistir en que tres capitanes de la Legión se ofrecían como rehenes para que dejaran libres a todos los pasajeros. Esta posibilidad fue asimismo descartada por los secuestradores, pasándose seguidamente a una situación de nerviosismo muy tensa entre ambas partes.El coronel, dando muestras de un espíritu abierto de negociación, agotó la última posibilidad, indicándoles que si se entregaban les dejaría en libertad, retornando el día siguiente -ayer- a sus países de origen, Francia y Chile. «No somos terroristas ni queremos asesinar a nadie», replicaron los secuestradores, rompiendo a continuación cualquier tipo de negociación.
Mientras se producía esta situación se tocó generala en Puerto del Rosario, y durante dos horas quedó acuartelada la tropa del tercio Don Juan de Austria. Asimismo, los efectivos de un retén del Tercio fueron desplazados al aeropuerto, rodeándolo estratégicamente, junto con todos los efectivos de la Guardia Civil. En un momento el aparato quedó rodeado de numerosos vehículos, la mayoría de ellos militares, con objeto de impedir el despegue del mismo. En vista de la situación, uno de los secuestradores, Noel Eduard Seijen, de gran corpulencia y de pelo rubio, que siempre llevó la voz cantante en las negociaciones, amenazó al piloto con la metralleta, colocándosela sobre la cabeza para que iniciara el despegue.
Tras un último intento fallido de librar a los rehenes y tripulación, el aparato despegó del aeropuerto de Fuerteventura a las 20.30 Atrás dejaba un archipiélago conmovido por el suceso, que viviría poste riormente unos densos y dramáti cos momentos de espera.
Avión DC-9 de IBERIA
El avión secuestrado cambió varias veces de rumbo. Tras dirigirse en un principio a Rodesia y más tarde a Nigeria y Marruecos, el aparato intentó aterrizar en Argelia, donde se le denegó el permiso. Poco después de la medianoche del domingo, el DC-9 de Iberia tomaba tierra en el aeropuerto de Lisboa, después de una noche de intensas negociaciones de los secuestradores con las autoridades portuguesas; seis de los rehenes que viajaban en el avión -todos ellos pasajeros- fueron liberados a las doce del mediodía, quedando en el aparato los tres miembros de la tripulación y las dos mujeres y el mozo de limpieza. Poco después serían también liberados la azafata y el personal de limpieza.
Con la salida, pasadas las 13.00 horas de ayer, del avión rumbo a Ginebra terminaba la parte «portuguesa» del secuestro, un episodio largo de catorce horas, que mantuvo en pie de guerra, durante toda la noche, a las autoridades portuguesas y españolas y la administración de Iberia.
Por tratarse de militares profesionales y no de «piratas armados» se optó por la máxima prudencia en las negociaciones con los asaltantes. La primera ministra y el presidente Ramalho Eanes siguieron el desarrollo de los acontecimientos, en contacto directo con las autoridades de Madrid y con los países hacia los cuales los secuestradores habían manifestado el deseo de seguir viaje. A pesar de la promesa formal del Gobierno de Madrid de no solicitar su extradición si se entregaban a las autoridades portuguesas sin provocar daños personales o materiales, los tres legionarios insistían en su deseo de ir hacia un aeropuerto francés. Fue ncesaria la comunicación oficial de la negativa francesa de recibirlos para que empezasen a considerar la posibilidad de trasladarse hacia un aeropuerto helvético. Pero las condiciones impuestas -encarcelamiento a la llegada, juicio según la legislación suiza sobre piratería aérea, que prevé penas de hasta veinte años de cárcel y posterior extradición hacia España- hicieron dudar a los tres asaltantes.
Los secuestradores, que insistían en querer ser considerados como simples desertores, y no piratas del aire, rechazaron todas las propuestas de sustitución del aparato o de la tripulación. Fue, pues, un piloto agotado, pero sereno, quien tuvo la responsabilidad de preparar el avión para su próxima escala; Ginebra.
Entrega en Ginebra
A las 16.23 horas, el Estado Mayor especial de la Confederación Helvética informaba oficialmente que los tres piratas del aire se habían entregado a la policía de Ginebra sin oponer resistencia. El avión, que aterrizó en el acropuerto Cointrin de esta ciudad, a las 15,53, fue aislado en la pista del aeropuerto, sin que las autoridades competentes estimaran necesario suspender por algunas horas el tráfico aéreo. A los periodistas sólo se les dio acceso a un mirador del recinto.
Antes de las diecisiete horas, los tres secuestradores fueron subidos a una furgoneta, custodiada discretamente, que emprendió rumbo hacia la ciudad.
La autorización definitiva para que el avión de Iberia aterrizara en Cointrin la dio el presidente de la Confederación Helvética, Hans Huerlimann, una vez que los secuestradores aceptaron las condiciones puestas por las autoridades suizas, en el sentido de que serían juzgados por el delito cometido.
El proceso -se informó- se hará de acuerdo por los delitos previstos en esta materia por el Tribunal Internacional de La Haya, así como por el Código Penal suizo. En fuentes judiciales se dijo que podrían ser condenados hasta a veinte años de prisión.
Tres años más tarde fue un legionario de nacionalidad española quién intentó desertar secuestrando otro DC-9 para volar rumbo a Francia, afortunadamente no tuvo opción a tomar el control del aparato. Relataba El País así:
El legionario Santiago Arramallana Castell, que en la noche del martes intentó secuestrar un DC-9 de Iberia en la isla de Fuerteventura, tenía el propósito de viajar a Francia, según admitió ayer ante el juez instructor de la causa.
Aunque las autoridades del tercio Don Juan de Austria mantienen un total hermetismo informativo, se ha podido saber que el soldado legionario Santiago Arramallana es natural de Logroño y tiene 19 años de edad. Al parecer se incorporó voluntariamente a la Legión.El soldado realizó nueve disparos antes de subir por la escalerilla del avión, algunos de los cuales alcanzaron los cristales de la terminal del aeropuerto. Una vez en el interior del aparato hizo tres disparos más, cuyos proyectiles traspasaron el fuselaje por la zona destinada a primera clase.
Disparó contra otro soldadoEl Gobierno Civil de Las Palmas ha difundido una nota oficial sobre los incidentes registrados en Fuerteventura, en la que confirma que Santiago Arramayana, perteneciente a la segunda compañía de la séptima bandera del tercio don Juan de Austria, se encontraba de servicio de protección en las pistas del aeropuerto y portaba el fusil cetme reglamentario cuando se dirigía hacia el avión. Entonces -según la versión oficial- fue interpelado por otro soldado, momento en que efectuó varios disparos contra aquel, sin alcanzarle. Añade la nota que el citado legionario penetró en la cabina y encañonó al mecánico de tierra que se encontraba a bordo. El comandante y segundo comandante de la aeronave aprovecharon para desarmarle, y fue detenido por un policía nacional y un guardia civil que acudieron inmediatamente. El Gobierno Civil afirma también que no se produjeron heridos.
La autoridad militar se ha hecho cargo del citado legionario e instruye las correspondientes diligencias. El juez instructor pertenece al Ejército del Aire, por haberse cometido el delito en las instalaciones de un aeropuerto.
Veinte años después de su llegada a la isla, el Tercio Don Juan de Austria fue trasladado a su emplazamiento actual, en Almería, ya en un Ejército totalmente profesionalizado al que le suenan muy lejanos este tipo de incidentes.
A finales de los 80, la Legión afrontó un proceso de modernización. Se endurecieron los requisitos exigidos para el enganche, lo que permitió limpiar de extranjeros el tercio, modificar el perfil de los nuevos miembros y cambiar en parte la filosofía. Tanto para Mesanoda como para el Coronel Andreu, no se trató de una reconversión propiamente dicha, sino de una adaptación de los legionarios paralela al resto de la sociedad española a medida que se consolidaba el sistema democrático. 'Hoy en día", asegura el coronel jefe, "la Legión está compuesta por profesionales y militares de reemplazo, igual que las demás unidades del Ejército, con la salvedad de que son voluntarios".
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