En mayo de 2004, el entonces ministro de Defensa, José Bono, que llevaba apenas un mes en el cargo, viajó a Trabzon (Turquía), donde un año antes se había estrellado el Yak-42.
Con motivo del décimo aniversario del accidente, que se cumple mañana
domingo, Bono ha facilitado a EL PAÍS el contenido de su diario de
aquellos días, una parte del material en bruto del segundo tomo de sus
memorias, que se publicará a finales de este año.
» Martes, 25-5-2004. Desde el Congreso a Torrejón.
Vuelo a Trabzon (Trebisonda) en el Airbus oficial. Vienen el arzobispo
castrense, el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, y más de 30
periodistas.
Nos trasladamos hasta el hotel Buyuk, en la ciudad de Maçka. Ceno con
160 familiares de las víctimas del Yakovlev. Pretendemos que en la sala
no haya periodistas, pero levanto la vista y veo a Miguel González, de
EL PAÍS, que se ha colado. Hablo con las familias y me estremecen los
sufrimientos que llevan acumulados por no saber la verdad de lo que
ocurrió en el accidente. Se mezclan las emociones, los sentimientos y la
rabia. Me llama la atención una mujer del barrio de San Pablo, de
Albacete, que ha perdido a su hijo y que habla con hondura y con fuerza.
Otra madre me dice que su hijo, capitán, se despidió de ella
diciéndole: “Mamá, si me pasa algo no culpes al Ejército, porque yo me
voy voluntario y el Ejército es mi vida”. Aprovecho esta confidencia
para, en mis palabras al fin de la cena, citar a Azaña y pedir “paz,
piedad y perdón” en nombre del Ministerio de Defensa. Una chica joven me
increpa. “No estoy dispuesta a perdonar ni al ministro Trillo,
ni al Jeme [Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, general Luis
Alejandre] y no entiendo que usted les encubra”. Al acabar la cena, una
señora de Canarias me cuenta cómo a su hijo le han enterrado en
Alcantarilla (Murcia) pero que ella quiere llevárselo a su tierra. Mucha
emoción y mucha fuerza sentimental. Me voy a dormir con la idea de que
algunas familias no están dispuestas a perdonar sin investigación de los
hechos. No soy el fiscal, ni el inquisidor pero no puede dejar de
afectarme la ternura con la que me habla esta madre: “Mi hijo me quería
de una manera especial, hasta el modo en el que me decía mamá me
emocionaba, y usted debe comprender que quiera tener cerca sus restos
mortales”.
» Miércoles, 26-5-2004. Las cadenas [de televisión]
reproducen la parte del mi discurso en la que dije, refiriéndome a los
62 militares que perdieron la vida en el accidente del Yak-42: “Hubieran
querido morir de otra manera, lo que no quisieron es vivir de otro modo
que no fuera el del servicio a España”. Por ello se modificarán los
versos que habitualmente se recitan en los actos fúnebres castrenses. Ya
no se dirá “no quisieron morir de otra manera”, sino “no quisieron
vivir de otra manera”. Es un pequeño homenaje a los que murieron en el Yakovlev (1).
Me levanto a las seis de la mañana y asisto a la misa que oficia el
arzobispo castrense en el comedor del hotel. Me pide que lea la epístola
de San Pablo. En el rito de la paz, observo que debo dársela a quien
anoche con más firmeza rechazaba el perdón para los responsables de la
muerte de su familiar. Le extiendo la mano y le pregunto: “¿Ni siquiera
aquí, en misa, eres capaz de perdonar?” “Quiero la verdad y no pararé
hasta conseguirla”, me responde. Al besarla, tomo internamente el
compromiso de buscar la verdad de lo ocurrido con todas mis fuerzas y
hasta el final. Cambio profundo y radical en mi posición ante el
accidente: buscaré la verdad sin contemplaciones corporativas. Me alegra
que haya sido asistiendo a misa y en el rito de la Paz.
Subimos por un camino complicado y difícil hasta el monte Pilav,
donde se estrelló el Yakovlev hace hoy un año. La cumbre está cubierta
por una niebla que casi impide la visión; un grupo de niños, vestidos
pobremente y con pocas prendas de abrigo ha arrancado unas flores
silvestres para entregárselas a los familiares de las víctimas del Yak.
Las autoridades y la población de la zona se vuelcan en muestras de
afecto hacia los apesadumbrados visitantes. Pancartas en castellano les
dan la bienvenida. La gente está sentada en los bares y a la orilla de
la carretera para ver pasar la expedición llegada desde España para
llorar en el lugar donde murieron sus seres queridos.
Ya en Madrid, llama Miguel Barroso [secretario de Estado de
Comunicación] para decirme que le han dado informaciones muy positivas
sobre el viaje. “El Jeme es muy odiado por los familiares y a lo mejor
tienes que ceder esa pieza”, añade. Efectivamente, tendré que cesar a Alejandre
y así se lo digo por teléfono al presidente [José Luis Rodríguez
Zapatero]. “Una de las razones de lo mucho que odian los familiares del
Yak al Jeme”, le explico, “es porque, a los ocho días del accidente,
escribió una carta a Pedro J. [Ramírez, director de El Mundo] a la que
adjuntaba una foto en la que posaba sonriente a bordo de un Hércules
[avión de transporte del Ejército] con el siguiente comentario: Los
militares no organizamos viajes de novios a Cancún”. Semejante
desparpajo dolió a los familiares: y no me extraña, porque una cosa son
viajes de novios y otra meter a personas en aviones sin el más mínimo
requisito de seguridad, pese a las protestas y reclamaciones previas.
» Jueves, 27-5-2004. Hoy publica EL PAÍS que he ofrecido un mausoleo conjunto
para las víctimas del Yak-42 por los errores que, según todos los
indicios, se cometieron en la identificación de los cadáveres. Esta
oferta quizá no la acepten los familiares. Haré lo que ellos quieran,
porque enterrar a los muertos es tarea, y derecho, de las familias.
Mi viaje a Turquía inquieta y molesta en el PP. Desean, y así me lo
hacen saber, que me olvide del Yakovlev pero es imposible. [Eduardo]
Zaplana [portavoz del último Gobierno de Aznar] me llama: “Vas muy
deprisa y esto te puede perjudicar… En algunos círculos de mi partido te
tienen muchas ganas”. Le contesto que, “precisamente por no ser duro
con Trillo, estoy teniendo problemas con algunos familiares de quienes
murieron en el Yakovlev”.
Escribo una carta a Trillo en la que le digo: “Ayer se cumplió un año
del trágico accidente del Yak-42 y, coincidiendo con este aniversario,
viajé con los familiares de los fallecidos a Turquía. Allí, durante una
cena, pedí paz, piedad y perdón. Descanso en paz para los muertos; y
piedad y perdón para quienes, sin mala fe, hayamos podido cometer algún
error. Las familias quieren saber la verdad. Creo que tienen derecho a
saber lo que pasó y por eso les he recibido y les he ayudado para que se
practiquen las pruebas de ADN. Les seguiré ayudando, facilitándoles
todos los medios a nuestro alcance, para que tengan la seguridad de que
desde este ministerio les hablamos con la verdad y con el corazón. En
diversas ocasiones he dicho sobre este asunto que solo quiero honrar la
memoria de los muertos con el honor que merecen y disminuir el dolor de
sus familiares. Expresamente he declarado que no quiero ser ni
inquisidor ni justiciero porque en mi código ético y político no cabe
alentar el odio...”
Llego a Zarzuela para asistir a la misa en honor de los Caballeros
Laureados de la Orden de San Fernando. Hablo a los Jemes [Jefes de
Estado Mayor de los tres ejércitos] del Yakovlev. Les hago saber lo que
los familiares piensan del Jeme [Alejandre] y de Trillo. El Jeme,
dolido, asegura que “con algunas familias es imposible hacer nada porque
están instaladas en el odio y otras solo quieren humillar al Ejército y
conseguir dinero”.
El Rey me comenta: “Lo estás haciendo bien con las familias...” Le
digo que el funeral estuvo mal organizado y, para conocer su opinión,
añado: “Algunos aseguran que se hizo una ceremonia única y rápida para
que los Reyes pudiesen asistir a un solo funeral y no incomodarles con
varios actos fúnebres diferenciados”. “¡Eso es mentira!”, me contesta el
Rey. “Yo no voy a la ópera, pero para actos militares no me tienen que
insistir...Hicieron lo que quisieron, sin que yo ordenara nada”.
» Jueves, 1-7-2004. Cena en casa de un amigo. Un
dirigente del PP me advierte: “Rajoy dice que nos estamos portando muy
bien contigo y que tú eres el ministro que más daño nos hace, pero
tenemos mucha información tuya y te vamos a empapelar como sigas con el
Yakovlev… el almirante Torrente [Francisco Torrente Sánchez, secretario
general de Política de Defensa con Bono y jefe de la Armada con Trillo]
es un traidor que no ha sido leal con ningún ministro y que tampoco lo
será contigo”. Paco Torrente es, desde mi punto de vista, uno de los
mejores soldados de España.
» Viernes, 2-7-2004. Comida con Carlos Ripollés,
Alfonso Agulló [hermanos de dos militares muertos en el siniestro] y el
abogado de la Asociación de Familiares. Me dan información detallada y
un dossier muy completo sobre el caso que ratifica las
tropelías que se hicieron con nuestros soldados al obligarles a viajar
en condiciones en las que nunca debieron hacerlo y, después, la
desvergüenza con que trataron sus cadáveres.
» Miércoles, 1-9-2004. Recibo el informe del
Instituto Anatómico Forense sobre las identificaciones del Yak-42. Se
confirma por escrito lo que ya sabíamos: las 30 identificaciones de cadáveres realizadas por los forenses españoles son falsas. ¡Qué desastre! Ni siquiera el azar ha estado de parte de estos negligentes.
» Miércoles, 13-10-2004. Voy al Estado Mayor de la
Defensa con el director de mi gabinete, Roberto López, para recabar
datos del Yakovlev. Estoy harto de que no me entreguen la documentación
que pido; sé que la tienen por un informe del CNI [Centro Nacional de
Inteligencia]. Aprovecho que el Jefe del Estado Mayor de la Defensa
[Félix Sanz] comparece en una Comisión del Congreso para, en su
ausencia, no comprometerlo. Me reúno con el Jemacon [Jefe del Estado
Mayor Conjunto] y con otros oficiales. Les noto en guardia, recelosos.
Ellos no se fían de mí y yo no me fío de ellos. Después de una hora de
conversación y de poner de manifiesto sus contradicciones les digo que
“en el Yakovlev no se transportaba ganado sino militares españoles y
debo decirles que esta casa no actuó con la diligencia debida”. Están
sobre ascuas. Pregunto dónde están los archivos del Yakovlev y me bajan
hasta un despacho donde hay un armario cerrado. Dicen que la llave la
tiene un comandante que hoy no ha venido porque está enfermo. Fuerzo el
armario. Saco papeles y yo mismo voy seleccionando los que me interesan.
Me llama la atención la escasa diligencia con la que han archivado esta
documentación. Empiezo a colocar documentos en una caja. Un coronel (2)
me dice que tiene órdenes de que de allí no salgan papeles sin la
debida custodia. Le miro con enfado y le ordeno: "Llame a la Guardia
Civil para que los conduzca y custodie hasta mi despacho”. Es una manera
de mostrar que no me fío de ellos y que prefiero a la Guardia Civil. No
pienso dar un paso atrás. Me llevo los documentos que son muy
importantes para acreditar que el Estado Mayor de la Defensa tuvo gran
responsabilidad en la contratación de un avión al que nunca debieron
subir nuestros soldados. Esa documentación acredita que nunca se
contrató la prima del seguro para los pasajeros, por lo que el Estado
tuvo que abonarlo; que hubo hasta seis subcontrataciones sucesivas; y
que, como consecuencia de esta cadena de intermediarios, Defensa pagó
149.000 euros por el vuelo del Yak-42 pero la compañía que operaba el
avión solo recibió 45.000. ¿Quién se quedó con la diferencia? ¿Sucedió
lo mismo en los más de 40 vuelos anteriores contratados para el
transporte de las tropas españolas?
Lo requirió el deber y lo acataron,
Con su sangre la empresa rubricaron,
Con su esfuerzo la Patria engrandecieron.
Fueron grandes y fuertes, porque fueron
Fieles a los ideales que abrazaron.
Por eso, como valientes lucharon,
Y por eso como héroes murieron.
Por la Patria morir fue su destino,
Querer a España su pasión eterna,
Servir a los Ejércitos su vocación y sino.
No pudieron servir con más grandeza,
No quisieron andar otro camino,
No quisieron vivir de otra manera.
(2) Por esta causa, Bono se negó a
ascender al coronel en las tres ocasiones en que se lo propuso el Ajema
(Almirante jefe de la Armada). Hoy es general. Bono apeó la hostilidad y
lo ascendió como última decisión antes de dejar Defensa. Personalmente
se lo comunicó al interesado desde el salón del Consejo de Ministros el
7/04/2006
Han pasado los 21 años que liberan de responsabilidades a los culpables. Absolutamente nadie ha pagado por ello mas bien al contrario, quienes se han topado con el caso en su camino han intentado negociar algún tipo de provecho, hasta quienes administraban Justicia se pusieron de perfíl. El Informe del Consejo de Estado en 2017 fué la última treta que utilizaron para no tener que aguantar a F.Trillo de presidente del Consejo al que regresaba de la embajada de Londres cin aspiración de seguir cobrandose los favores al partido. Favores de los que se jactaba cuando decía que tenía que desconectar el telefono fijo porque le saeteaban jueces pidiendo cargos en el P.J. a cambio de favores al partido.
ResponderEliminarA las familias las fueron arrinconando y nunca se preocuparon mas por ellas..
Un siniestro que puso a prueba a cobardes y traidores del la política, la Judticia y el Ejercito que siguen intentado sacar brillo a su carreras. El día del funeral en Torrejón todos menos las familias sabían que habian introducido en España los cadáveres ilegalmente, sin identificar, con la firma falseada de un Juez militar desde Zaragoza porque el de Torrejón no quiso hacerlo. Y si esto sucedió a las 48 h. del siniestro en elmonte Pilav en Trabzon-Turkía, lo que llevan engañado, encubierto y nentdo durante los 20 años hasta que ha suscrito. Las familias que arrastramos este dolor cada día seguimos esperando que le devuelvan su derecho a la Justicia quienes se lo robaron.