Vida a bordo día, 01 de febrero de 2013.
Tras dejar Diego García por la popa continuamos nuestro tránsito
hacia aguas australianas. Esta es la fase más larga y también la más
dura de la navegación pues tenemos que compaginar nuestro adiestramiento
diario con la puesta a punto del buque para que esté totalmente listo
el día de nuestra llegada a Melbourne. El MRO Bruno López nos narra una
de estas jornadas a bordo y nos enseña que en el día a día, además del
trabajo, hay tiempo para pasar buenos momentos con los amigos.
“Otro día más nos levantamos por la mañana para hacer el relevo a
nuestros compañeros de la segunda vigilancia, nos encontramos en el
comedor los miembros del destino de Sistema de Combate y comenzamos a
hablar. Hoy es viernes, un día como otro cualquiera, pero tratamos de
hacerlo un poco especial, uno de nuestros compañeros, es el primero en
celebrar su cumpleaños lejos de casa, es el MRO Álvaro Rodríguez.
Le felicitamos el día como no puede ser de otra manera antes de
dirigirnos al CIC a comenzar nuestra vigilancia para así dejar
descansar a los que hasta ahora estuvieron trabajando. No son unas
jornadas muy duras puesto que navegando por el medio del Indico no hay
mucho tráfico que vigilar, pero aun así, hay que estar siempre alerta
por lo que pueda pasar, al mismo tiempo continuamos preparando el barco
para la llegada en 12 días a Melbourne.
Personal de la RAN dando conferencia sobre Australia.
Pasamos una vigilancia tranquila, como era de esperar, ninguna
sorpresa. Limpiezas y mantenimientos que el buque requiere para estar
en buenas condiciones se suceden.
Aprovechando la coyuntura del día, al finalizar nuestra vigilancia, tenemos un pincho preparado por el Tío Manuel (Álvaro),
pizzas, mejillones y hasta cecina de León. Charlamos, contamos nuestras
anécdotas del día y recordamos también algunas que nos fueron pasando a
lo largo de casi un mes que llevamos navegando, por supuesto también
nos acordamos de nuestra tierra, la morriña viene en los genes de los
gallegos.
Tras la comida llegó el momento de los tradicionales regalos para el
”cumpleañero”, emotiva sorpresa incluida cuando le dimos el regalo que
su novia nos dio antes de salir de puerto. La cara de sorprendido de
Álvaro lo decía todo, sobraban las palabras para ver que le gusto el
regalo, no hacía falta ni que lo confirma el mismo. A falta de velas
improvisamos con un mechero y… a soplar. Cantando el Cumpleaños Feliz
queda claro que no tenemos futuro como cantantes, eso sí, lo hacemos lo
mejor que podemos.
Terminada la celebración, nos quedamos un rato hablando y poco a
poco cada uno reanuda su quehacer diario, unos a descansar para la
vigilancia de la noche, otros al gimnasio y otros al comedor a ver un
poco la televisión y estar con los demás compañeros del barco.
Pasa la tarde entre risas. Viendo alguna que otra serie en la
televisión nos llega la hora de cenar y entrar de vigilancia. Los que
todavía quedaron con hambre pasan por la línea y recogen su cena, otros
ya no podemos ni con eso y nos conformamos con un cola cao.
Así, otra vez más, nos vamos para el CIC, recibimos novedades y
ocupamos nuestros puestos. Ahora les toca descansar a ellos, nosotros, a
esperar hasta las 2 de la mañana para irnos a descansar.
Otro día más en la mar, quisimos que fuera un poco distinto a los
demás y lo conseguimos. Al menos gracias a la “comidita” de Álvaro. Ya
solo nos queda esperar otra celebración o simplemente a juntarnos para
pasar un rato evadirnos del día a día”.
fuente: Armada española.
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