Se llama Visión 2025, es un documento clasificado y está sobre la mesa del ministro de Defensa, Pedro Morenés,
ya en su versión definitiva, desde hace pocas semanas. Su objetivo, en
palabras de su autor, el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), el
almirante general Fernando García Sánchez, es diseñar un modelo de Fuerzas Armadas
“ágiles, adaptables, sostenibles y tecnológicamente avanzadas” en el
horizonte del primer cuarto del siglo XXI. De lo que se deduce que el
modelo actual no es lo bastante ágil, adaptable ni tecnológicamente
avanzado. Pero, sobre todo, no es económicamente sostenible.
En los últimos cuatro años, el presupuesto de Defensa
se ha reducido en un 25%, unos 1.500 millones de euros, hasta rondar
los 6.300 millones, equivalentes al 0,6% del PIB. Ello ha obligado a
reducir drásticamente horas de vuelo, días de mar y ejercicios en el
campo, así como a posponer obras de modernización y de mantenimiento,
mientras el gasto de personal se disparaba hasta superar el 73% del
total. En paralelo, se ha acumulado una deuda de más de 27.000 millones
de euros derivada de los grandes programas de armamento que resulta
imposible pagar. Ni con los presupuestos actuales ni con los
previsibles.
Visión 2025
- Los efectivos de las Fuerzas Armadas se reducirán en 20.000.
- El Ejército de Tierra recortará 10.000 militares y la Armada y el Ejército del Aire 5.000 entre ambos.
- Defensa prescindirá de 5.000 empleados civiles.
- El plan se aplicará a lo largo de los próximos 13 años.
- Se disolverán dos brigadas y se cerrarán arsenales y bases aéreas.
- Se potenciarán los sistemas de mando y control, inteligencia o aviones no tripulados.
Para romper esta dinámica, que amenaza con hacer de los ejércitos un cascarón hueco e inoperante, Visión 2025 propone reducir 20.000 efectivos. Las Fuerzas Armadas cuentan con alrededor de 130.000 militares
—83.000 soldados o marineros y 47.000 oficiales y suboficiales— y
25.000 civiles —6.000 funcionarios y 19.000 contratados laborales—, por
lo que el recorte rondará el 13%.
Morenés se ha negado hasta ahora a hablar de reducciones de plantilla,
alegando que estas deben ser la consecuencia y no la causa; y que hay
que empezar por un análisis de los riesgos a los que se enfrenta la
seguridad de España y los medios necesarios para afrontarlos. Pero lo
cierto es que la mayor amenaza presente para la seguridad de los
españoles es la crisis económica y que otros países se han adelantado a
reducir drásticamente sus ejércitos. El último, uno tan poco sospechoso
de pacifismo como Reino Unido.
La parte del león del recorte corresponderá al Ejército de Tierra,
que deberá prescindir de 10.000 militares, el 50% del total; mientras
que el Ejército del Aire y la Armada recortarán 5.000 entre ambos, y el
25% restante, otros 5.000, corresponderá al personal civil.
La idea es que la reducción se materialice a lo largo de 13 años,
mediante la amortización de las plazas que queden vacantes y la
reducción de los ingresos. De hecho, Defensa ya ha recortado de 83.000 a 81.000 el número de soldados
y marineros en los presupuestos de este año y ha reducido en 600 los
puestos de empleados civiles, por lo que la rebaja de 20.000 efectivos,
que se calcula sobre las plantillas vigentes, podría ser menor en
términos reales.
Esta fórmula es la menos traumática, pero presenta varios
inconvenientes; el primero es que, mientras el ahorro derivado de
recortar el número de soldados —a los que no se renueva su compromiso
temporal— es inmediato, los efectos de reducir militares de carrera
tardan años en apreciarse; el segundo es el progresivo aumento de edad,
tal como se nota ya en la mayoría de empleos militares.
Para evitar que se agudice la macrocefalia y el envejecimiento de los ejércitos, Defensa deberá estimular la salida anticipada de los mandos militares sin perspectiva de ascenso.
Hasta ahora solo se contempla el pase voluntario a la reserva, pero
este resulta poco atractivo para los afectados con el actual panorama
del mercado laboral; y escasamente rentable para Defensa, que debe
seguir abonándoles hasta el 80% del sueldo. La idea es que dos tercios
de los puestos militares que se reducirán, unos 10.000, correspondan a
efectivos de tropa y marinería, y un tercio, hasta 5.000, a cuadros de
mando: oficiales y suboficiales.
Lógicamente, el recorte de personal deberá plasmarse en una reorganización de las Fuerzas Armadas y en una reducción de estructuras, tanto en los cuarteles generales como en las unidades de combate y las de apoyo. Visión 2025
propone reducir de ocho a seis el número de brigadas con que cuenta el
Ejército de Tierra, lo que obligaría a disolver dos. También aboga por
cerrar arsenales e instalaciones de la Armada y clausurar un buen número
de bases aéreas.
Pero no todos son recortes. Se trata de contar con un Ejército más
pequeño pero mejor equipado y eso pasa por un plan de renovación del
material que mejore sus capacidades en campos como mando y control,
vigilancia y reconocimiento, inteligencia, transporte y ciberdefensa.
De hecho, Visión 2025 no es un plan de ahorro. Asume un
periodo de fuertes ajustes que se prolongaría hasta 2015 e iría seguido
de una recuperación del presupuesto de Defensa durante la siguiente
década. El problema es que nadie garantiza que esta previsión vaya a
cumplirse.
fuente: El País.
* @Lqt_blog y facebook.
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