La aproximación a «la muerte dulce».
Encerrados en la proa del submarino con los torpedos, en el fondo del mar, sin ventilación y medio a oscuras. AsĆ estuvieron durante 27 horas los miembros de la tripulación elegidos para simular un caso de accidente con supervivientes. «La Armada debe ser capaz de apoyar a la unidad hundida hasta una cota mĆ”xima de 200 metros para mantener con vida a la dotación hasta la llegada de los medios que hagan posible su rescate», dice la instrucción de «Cartago 09».
Al mando del teniente Samuel Guijarro, pendientes de los Ćndices de CO2 —no debĆa superar el 3 por ciento— y de oxĆgeno —hasta el 18 por ciento— experimentaron con la aproximación a «la muerte dulce». Mitigaron con sacos de cal barritada el aire viciado, encendieron candelas que emiten oxĆgeno —la primera con una imprevista humareda— y asĆ pasaron el tiempo. TenĆan barritas energĆ©ticas para comer y agua embotellada para beber. Para lo demĆ”s, medios «de fortuna». Cuando empezaron los dolores de cabeza, el picor de ojos, el cansancio y la modorra recibieron órdenes de tumbarse e intentar dormir. Comprobaron que podĆan recibir de fuera medicamentos y provisiones, pero no oxĆgeno. SĆ tenĆan trajes especiales de salvamento para salir a la superficie en segundos. El «Kurks» carecĆa de ellos.
Al dĆa siguiente, comprobaron que les podĆan recoger del agua sin problemas y llevarlos al hospital del «Galicia» y a las cĆ”maras de descompresión en minutos. La clave de la supervivencia es el tiempo empleado en la primera fase del rescate. En el submarino no se puede estar sin ventilación mĆ”s de cinco dĆas. Los trajes pueden garantizar la salida, pero estĆ” el problema de la descompresión: parĆ”lisis o muerte si no se hace a tiempo. Madera de hĆ©roes.

Al dĆa siguiente, comprobaron que les podĆan recoger del agua sin problemas y llevarlos al hospital del «Galicia» y a las cĆ”maras de descompresión en minutos. La clave de la supervivencia es el tiempo empleado en la primera fase del rescate. En el submarino no se puede estar sin ventilación mĆ”s de cinco dĆas. Los trajes pueden garantizar la salida, pero estĆ” el problema de la descompresión: parĆ”lisis o muerte si no se hace a tiempo. Madera de hĆ©roes.
«Veintidós personas aisladas en proa, el resto del barco, compartimentos bravo y alfa, estĆ”n inundados despuĆ©s de un accidente». Es un mensaje por radio del comandante del submarino «Tramontana», Javier Montenegro. La nave estĆ” en el fondo del mar, a cuarenta metros de profundidad en aguas del Golfo de AlmerĆa y ya ha sido localizado por la Armada, que intenta el rescate de la tripulación que queda con vida. Es sólo un ejercicio de instrucción, muy bien simulado con ocho navĆos en la superficie y 400 hombres para desarrollar las distintas tareas de salvamento, tiene por tĆtulo «Cartago 09» y se prolongarĆ” hasta maƱana mismo, ya en aguas próximas a Cartagena.
Las maniobras han tenido ediciones previas y responden a unos hechos reales y espeluznantes: la tragedia del «Kursk», el sumergible ruso de propulsión nuclear en el que perdieron la vida, en agosto de 2000, los 118 miembros de la dotación, 23 de ellos despuĆ©s de 5 dĆas de agonizar en un compartimento sin que la marina ex soviĆ©tica lograra siquiera abrir la escotilla del submarino hundido en el Mar de Barents a «sólo» 108 metros de la superficie. Cuando Putin admitió ayuda exterior ya habĆan cesado los ruidos en el interior.
La Armada espaƱola, como las del resto de paĆses occidentales y en coordinación entre ellas, pone a punto sus medios y mĆ©todos de rescate para afrontar un tipo de accidente mĆ”s difĆcil en naves de la OTAN, pero no imposible.
En el «Tramontana», el submarino mĆ”s moderno de la flota, saben lo que es el peligro. Dos de sus tripulantes, el sargento Carlos Losana (maniobra y navegación) y el cabo primero Juan Antonio Carmona (armas submarinas) han sido condecorados este verano por el valor y la pericia demostrados el 11 de diciembre de l aƱo pasado cuando se abrió una vĆa de agua en el sumergible. El submarino navegaba a 300 metros de profundidad, cerca de Cabo TiƱoso, a 15 millas de Cartagena, para comprobar si estaba en perfecto estado despuĆ©s de la Ćŗltima operación de mantenimiento. Al lĆmite y en zafarrancho de combate ordenado por el comandante, por un «pasacascos» con cableado elĆ©ctrico empezó a entrar agua en la zona del periscopio. El timonel y el resto de la tripulación reaccionaron a tiempo para sacar el sumergible a la superficie y evitaron una catĆ”strofe. Su Majestad el Rey saludarĆ” el martes a la tripulación cuando viste la base de Cartagena.

SinfonĆa de mandos
Nueve meses despuĆ©s, el «Tramontana» vuelve reciĆ©n reparado para hacer de «Kursk» en AlmerĆa. «Si ha salido a la mar es que estĆ” en perfecto estado», responde su nuevo comandante, Montenegro, al ser preguntado por los problemas anteriores. La misma frase repite Juan Ruiz Casas, el comandante del buque de asalto anfibio «Galicia», desde donde dirige la operación de rescate. No le dan importancia. Ruiz Cas as tambiĆ©n ha mandado submarinos. Los marinos capaces de pasar semanas o meses bajo el agua son de otra madera.
Aunque el accidente del «Kurks» parece inexplicable con los escasos datos conocidos —se habló del estallido de un torpedo—, el diseƱo del ejercicio «Cartago» recuerda, a otra escala. a lo ocurrido en el Mar de Barents. El sumergible ruso tenĆa 154 metros de eslora y 18 de manga; el espaƱol menos de la mitad: 67 por 6,7. Se supone que la mayorĆa de la tripulación rusa murió en los primeros minutos del accidente. Co nsta que 23 de ellos pudieron refugiarse en un compartimento aislado donde sobrevivieron durante 5 dĆas, hasta que se quedaron sin oxĆgeno. En el «Tramontana» son 22 los elegidos para permanecer durante 27 horas encerrados en el compartimento de proa. El resto de la dotación, el comandante y otros 39 hombres y mujeres se quedan en sus puestos. Hacen de «desaparecidos».
El ejercicio empieza con la localización del «Tramontana» y sigue con el despliegue de todos los medios aĆ©reos, navales, de rescate y de comunicaciones. Hay hasta un «chat» de mandos en el que participa minuto a minuto —siguen, informan u ordenan— hasta el jefe del Estado Mayor de la Armada.
En el «Galicia» se centraliza la operación, pero tambiĆ©n estĆ”n en un radio de 3 millas dos cazaminas —«Turia» y «Sella»—, el buque de salvamento «Neptuno» y el de vigilancia «Mar Caribe». La Sociedad de Salvamento MarĆtimo (Sasemar), que depende de Fomento, aporta y se estrena en estas misiones con sus flamantes barcos naranjas equipados con los robots submarinos mĆ”s modernos. El «Clara Campoamor» es su buque insignia.
El viejo «Neptuno» —29 aƱos de vida, comprado de segunda mano recosido de adaptaciones y reparaciones— cumplió con la parte de su misión que le tocaba, introdujo en el «Tramontana» un cilindro con medicinas y equipos de supervivencia. Los buceadores de la Armada tuvieron que esperar toda una tarde en cubierta para ponerse a trabajar. El gigante «Clara Campoamor» no acierta con las mangueras que deben extraer el aire viciado del submarino e inyectarle el fresco. En la cubierta del «Neptuno», el teniente Pedro Moya se deshace en explicaciones y paciencia ante la complejidad de las maniobras.
El viejo «Neptuno» —29 aƱos de vida, comprado de segunda mano recosido de adaptaciones y reparaciones— cumplió con la parte de su misión que le tocaba, introdujo en el «Tramontana» un cilindro con medicinas y equipos de supervivencia. Los buceadores de la Armada tuvieron que esperar toda una tarde en cubierta para ponerse a trabajar. El gigante «Clara Campoamor» no acierta con las mangueras que deben extraer el aire viciado del submarino e inyectarle el fresco. En la cubierta del «Neptuno», el teniente Pedro Moya se deshace en explicaciones y paciencia ante la complejidad de las maniobras.
«¿QuĆ© se puede esperar?»
Otros miembros de la tripulación discrepan con maldad sobre la competencia de sus colegas civiles. Muchos medios, poca experiencia. «¿QuĆ© se puede esperar de un barco que va pintado de naranja?», se oye en el buque de la Armada. Los buceadores trabajaron de noche y su Ćŗltima tarea fue desenredar las mangueras que el «Clara Campoamor» no podĆa recuperar.
Los responsables de Salvamento MarĆtimo y los mandos de la Armada explican que para eso se hace precisamente el ejercicio, para probar el material y poner a punto la coordinación, corregir errores y prever fallos.

El resto de la operación funcionó como un reloj: el rescate de la tripulación en el agua, la atención mĆ©dica en el hospital de «Galicia», el traslado de los supuestos heridos en helicóptero a tierra. Y sobre todo, las comunicaciones. Todo fue seguido en tiempo real desde el «Galicia» en comunicación con la base de la flotilla de submarinos en Cartagena y con los estados mayores de la flota. A su vez, era informado el organismo internacional de coordinación de rescate de submarinos y las Armadas de los paĆses interesados en este campo. La tragedia del «Kursk» hoy se podrĆa evitar.
fuente: ABC.es
· PĆ”gina del ejercicio.
*a otra cosa mariposa...
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