Vida a bordo, 5 de marzo
Tal y como ya se relató en nuestro anterior “vida a bordo”, el día 3
de marzo se preparó el buque para afrontar las duras condiciones que nos
iban a imponer la mar y el viento durante las siguientes horas. El
“Juan Sebastián de Elcano” se alistó para el temporal tanto en
interiores, como en exteriores. En interiores, se trincaron todos los
muebles con cabos para que no se desplazasen, se hizo lo propio también
con las televisiones, ordenadores, libros, menaje de cocina, etc. Todo
para evitar la rotura del material de abordo. También en exteriores se
trincaron los botes de los costados con una randa de refuerzo y se
instaló una barloa de mal tiempo en la banda de babor. Se alistó la
configuración de aparejo más idónea para capear el temporal que eran los
triángulos de capa, durante la tarde se dieron los del mayor popel y el
mesana, además de darse el cangrejo trinquete antagallado en segunda
faja.
El temporal que está azotando las islas Canarias durante estos días,
nos sobrevino en la madrugada del 3 al 4, pero ya preparados para
afrontarlo. El viento comenzó a arreciar hasta temporal y rolar hacia el
SSW, la mar también hizo lo propio y aumentó a muy gruesa. Al amanecer
el buque estaba inmerso en la tempestad que barría nuestra zona. Viento y
mar impactaban contra la proa del “Elcano” lo que hacía que la
velocidad de avance disminuyera por debajo de 3 nudos. Ni las velas de
capa ni el motor nos proporcionaban mayor empuje que el descrito.
Como nuestra velocidad era ínfima, el Sr. Comandante decidió hacer
por el momento rumbos de componente hacia poniente, con la intención de
ganar barlovento y así durante la tarde poder virar a rumbo sur para
continuar navegando cerca de costa, en aguas con menor profundidad para
buscar algo de resguardo a la mar y así poder aumentar la velocidad. A
primera hora de la mañana el Comandante habló con el Mando de la Fuerza
de Acción Marítima (de quien depende el buque dentro de la estructura
orgánica de la Armada) para adelantarle que veía muy difícil llegar en
la fecha prevista al puerto de destino en Las Palmas, debido a las
condiciones meteorológicas tan adversas. De igual forma habló con el
Mando Naval de Canarias (que está coordinando el programa de actividades
del buque en dicho puerto, coincidiendo con la tercera edición de la
Feria Internacional del Mar) para avisarle de que sería necesario
reajustar el calendario de acaecimientos en Las Palmas durante la
estancia del barco en puerto.
Durante el día las condiciones siguieron prácticamente iguales, con
un movimiento insistente en el que el “Elcano” atacaba las olas con la
proa, que en muchas ocasiones al golpear con la mar se hundía
ligeramente embarcando cientos de litros de agua en el castillo, que
discurrían hacia popa cayendo por las escalas como un pequeño torrente
hasta mojar la cubierta principal. El impacto de las olas contra la roda
era tan fuerte que los rociones llegaban hasta el puente, mojando a los
que se encontraban de guardia en esos momentos, ya que este puente a
diferencia de otros se encuentra a la intemperie. No fueron pocas las
veces que la diosa Minerva, el antiguo y bello mascarón de proa del
“Elcano” acabó sumergida en las turbulentas aguas. Aún así el viejo
bergantín-goleta emergía de cada golpe de mar y continuaba lentamente
hacia su destino sin detenerse ante estos caprichos de la naturaleza,
haciendo gala de sus excelentes condiciones marineras.
En ciertos momentos era difícil mantener el equilibrio, sobre todo en
las zonas del buque que estaban más a proa, debido a los golpes mar. El
poco personal que se atrevía a salir a cubierta tenía que realizar el
tránsito por la banda de sotavento, ya que en barlovento, que es la
banda por la que entra el viento, las olas no paraban de entrar y
salpicar en cubierta. Las condiciones de mar eran tan duras que se
estableció régimen de temporal por la tarde y se prohibieron los
tránsitos por el alcázar y la toldilla. De hecho, como cocinar era
prácticamente imposible, esa noche se repartió rancho en frío,
sirviéndose bocadillos para toda la dotación.
Por la tarde se tocó “maniobra general” para virar por avante, cargar
los triángulos de capa y dar el cangrejo del mayor popel. La intención
del Comandante era intentar acercar el buque a costa lo máximo posible
para disminuir los efectos de la mar e intentar ganar un poco de
velocidad ya que con estas condiciones adversas y aunque se iba
navegando a toda máquina nuestra velocidad de avance se reducía
drásticamente, y las posibilidades de llegar a Las Palmas el día 7 eran
cada vez menores.
Por la noche el viento se entabló en frescachón con ranchas de
temporal, unos 72 kilómetros por hora y la mar era muy gruesa, había
olas de hasta 6 metros. Comenzó a llover, incluso se podían ver en la
lejanía nubes negras en el horizonte “escupiendo rayos” a la mar. Eran
los famosos chubascos desfogando en nuestras proximidades.
Aunque al cambiar el rumbo y dar los cangrejos la plataforma se
mantuvo más estable y el movimiento era más llevadero, el buque seguía
inmerso en la zona de bajas presiones a la espera de que el tiempo diera
un respiro y poder continuar el tránsito sin tener que luchar contra
las condiciones meteorológicas.
fuente: Armada española.
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