Ramy Wurgaft (corresponsal) | Buenos Aires www.elmundo.es
Ya no hace falta que los mandos navales golpeen a las puertas de la
Casa Rosada para advertir sobre el deplorable estado en que se encuentra
la flota de guerra. La sola imagen del 'Santísima Trinidad' yéndose a
pique en la base de Puerto Belgrano es más elocuente que la tonelada de
cartas que la Armada ha enviando al gobierno sin obtener otra respuesta
que el oficinesco "se acusa recibo".
La foto que esta semana recorre las redes sociales muestra al
destructor misilístico escorado sobre una banda y sostenido, como un
anciano decrépito, por dos barcos pequeros. "Lo que no pudieron
los torpedos de la Real Marina Británica y las tormentas en alta mar, lo
está logrando el desinterés de un gobierno que se llama patriótico",
comentó un ex tripulante del navío que encabezó la ofensiva sobre las
Islas Malvinas. Desde la cubierta del Santísima Trinidad desembarcaron
los comandos que ocuparon la casa del gobernador británico en la
operación que dio inicio a la Guerra de Malvinas, en abril de 1982.
"Parece mentira que el buque insignia se esté hundiendo junto al muelle, por falta de presupuesto para mantenerlo a flote",
dijo a ELMUNDO.es un oficial que combatió en el archipiélago. La agonía
del barco de 14,3 metros de eslora, que en su época de gloria
transportaba una batería de misiles superficie-tierra y dos helicópteros
se debe a la rotura de una válvula de seis pulgadas. En circunstancias normales la avería se hubiera reparado en cuestión de horas.
Ahora su salvación depende de los buzos que envió la Armada a tapar el
boquete que se abrió en la banda de estribor y de los marinos que
achican agua con baldes.
"Es un hecho tremendamente triste lo que le está pasando al Santísima
Trinidad. Mantenía un recuerdo muy especial del buque y de toda la
tripulación", comentó José Luis Trejo, su comandante durante el
desembarco de Malvinas. Trejo no quiso culpar a nadie del estado de
abandono del navío; sólo pidió que se destinen los recursos necesarios
para recuperarlo y convertirlo en un museo flotante. El
diputado Julio Martínez, en cambio, responsabilizó al gobierno de
Cristina Kirchner por la "extinción" de la marina de guerra. "De los 60
navíos que llevan la insignia de la Armada, el año pasado solo 16
estaban en condiciones de navegar. Habrá que ver cuántas bajas se suman
en el 2013", ironizó Martínez.
Si hablamos de ironías, el Santa Trinidad fue armado en Gran Bretaña
poco después de la Segunda Guerra Mundial y vendido a la Argentina junto
con su barco gemelo, el Hércules, en los años 60. Ambos son de la misma
clase que los destructores británicos Sheffield y Coventry, que fueron
hundidos por la aviación argentina en dos de los episodios más
dramáticos de la Guerra de Malvinas.
Desde que atracó definitivamente en Puerto Belgrano, a finales de 1989, la única utilidad que ha tenido del ex buque escuela ha sido la de "donar órganos" (piezas de recambio) al Hércules, cuyo diagnóstico también es de carácter reservado.
fuente: El Mundo.
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